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La desesperación de los intelectuales occidentales por el cambio de dirección de la historia (Parte II)

Por Gabriel Ugarte

Una observación llamativa de un estudioso estadounidense muestra como los estudiantes que tuvieron defendiendo la revolución sexual, el mayo francés y las protestas contra la guerra de Vietnam se convirtieron con el tiempo en profesores de universidades y periodistas promoviendo una filosofía relativista en lo ético, atea y antirreligiosa y contraria a la familia y a una enseñanza donde se educada en las fuentes filosóficas y religiosas de Occidente, así como una educación cívica.

Gran parte de la intelectualidad de Occidente tomo partido cuando la revolución bolchevique triunfo por la misma, justificando el totalitarismo soviético y el estalinismo.

La crisis del capitalismo y la idea que el comunismo ofrecía un nuevo ideal para el progreso de la sociedad, sumado al deseo de encontrar un lugar en el mundo que no encontraban y que el comunismo le ofreció con alabanza empujo a decenas de académicos, líderes religiosos, periodistas en favor de ellos. Es muy larga la lista citemos solo a George Bernard Shaw, dramaturgo británico fue un defensor del socialismo y redactó artículos que apoyaban la política soviética; H.G. Wells ,  escritor tuvo una visión positiva de la Revolución Rusa y se mostró favorable a la dirección de Stalin; André Gide – que aunque más tarde criticaría al régimen soviético, en sus inicios expresó apoyo al régimen soviético. Jean Paul Sartre y su esposa Simón de Beauvoir; Sidney Webb y Beatrice Webb, y que decir periodista Walter Duranty periodista del “New York Times” en la URSS que por sus crónicas en apoyo al régimen comunista en ese país gano el Premio Pulitzer el que le fue sacado en 2003 por mentiras deliberas en apología a Stalin. Y en América Latina el caso más emblemático en Pablo Neruda con su famosa Oda a Stalin.

Estos apuntes vienen al caso porque la tendencia de gran parte de la intelectualidad y académicos y periodistas enquistados en las universidades y en los medios apoyando causas marxistas y las llamas “progresistas” y en la última década fuertemente el “wokismo” es evidente y tiene raíces muy profundas desde el siglo XX por lo menos. Es interesante ver que mientras defendía a Stalin el mismo asesinaba y mandaba a los Gulag a centenares de intelectuales y escritores soviéticos.

Una observación llamativa de un estudioso estadounidense muestra como los estudiantes que tuvieron defendiendo la revolución sexual, el mayo francés y las protestas contra la guerra de Vietnam se convirtieron con el tiempo en profesores de universidades y periodistas promoviendo una filosofía relativista en lo ético, atea y antirreligiosa y contraria a la familia y a una enseñanza donde se educada en las fuentes filosóficas y religiosas de Occidente, así como una educación cívica.

Pasaron a ser la fuerza motriz de lo que comenzó a acentuarse al comienzo del siglo XXI.

Ahora estos intelectuales y periodistas y políticos “progresistas” con visiones neomarxistas están realmente desesperados.

Anuncian una era cercana a lo que paso con Hitler en 1933. Ubican a Trump, Milei y Netanyahu como la cabeza de esta ola y juntos a partidos de derecha de Europa.

Se olvidaran de los crímenes del comunismo, de las dictaduras en América Latina, y la política de adoctrinamiento en las universidades donde quienes no pensaban como ellos eran “cancelados”, el apoyo a grupos terroristas como Hamas (en realidad estos progresistas suplantaron a los nazis en su ataque al pueblo judío), el uso de los medios para atacar mintiendo sobre todos quienes se le oponían, acusando a Trump de recibir apoyo de los millonarias, cuándo Kamala Harris recaudo 1.000 millones de dólares para su campaña presidencial  en 2024 contra 382 millones de Trump.

Siguen defendiendo el “wokismo” y los intelectuales y medios europeos como EL PAIS de Madrid dicen que hay que ser más “wokistas” que nunca.

Ellos en realidad eran el mayor peligro de un nuevo totalitarismo en el siglo XXI como lo advirtió el fallecido papa Benedicto XVI.

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