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Desde el corazón de las mujeres

Por Mag. Psic. Nibia Pizzo

Coordinadora del Comité Continental de Mujeres Líderes para Global Peace Women. Presidente de Global Peace Women-Uruguay

Todos los seres humanos son miembros de una misma familia creada por Dios, independientemente de la cultura, la nacionalidad, la religión, la etnia o la raza

Contemplando la belleza de un paisaje, y al hombre en interacción con él, podemos contactarnos con la experiencia del misterio. Somos capaces en ese instante, de reflexionar sobre la naturaleza única que gozamos los seres humanos. Observar que todos los humanos, sin distinción de cultura, nacionalidad, religión, etnia o raza, hemos sido dotados, de un valor y una dignidad que nos colocan en el grado más alto de todo lo creado, incita a preguntarnos entonces, por qué y para qué. Apreciar que todos poseemos los mismos derechos; derechos que no pueden ser negados o quitados a ninguna persona,

La visión de ser parte de una misma familia bajo Dios, es una visión espiritual, ya que poseemos corazón, conciencia y espíritu, para cumplir con un fin superior al de la mera existencia

Hablar de ese espíritu es hablar de una parte central del ser humano, que constituye la base para el perfeccionamiento moral y ético de las personas y por ende de la sociedad, es hablar de un núcleo de valores y principios que reflejan la esencia de los individuos y son la clave de su más completo desarrollo personal. Son estos los valores y virtudes que se entienden como trascendentes, y se definen justamente por un origen espiritual, habiendo sido expresados por las religiones y creencias y por las filosofías de todo el mundo.

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